domingo, 28 de marzo de 2010

Lo que hacen otros



La probabilidad es el concepto matemático preciso que mide el riesgo, el acaso... o para ponerlo de un modo más poético, pero menos preciso... la cantidad exacta de suerte que tendremos respecto a la ocurrencia de un cierto evento en la vida, pero hay cosas, situaciones humanas para las cuales no es posible calcular exactamente la probabilidad de que ellas ocurran pues no hay matemática para ello y entonces recurrimos a la estadística... a ese concepto un poco más humano de contar los casos favorables y desfavorables que sucedieron en un cierto universo de situaciones similares... y aparece el concepto de frecuencia relativa y se inventan funciones de distribución para intentar modelar el albur, luchando por controlar a la suerte, a la felicidad o a la desventura y entonces el ingenio humano descubre grandes teorema, como “La Ley de los Grandes Números” e inventa notables modelos, como la curva normal de Gauss para domesticar lo impredecible, para horadar un poquito en las tinieblas y aquietar ese miedo a perderlo todo y es así como vamos aplicando sin darnos cuenta, días tras días esos elementos básicos de estadística y vamos por la vida, conciente o quizás inconscientemente contando casos favorables y casos desfavorables para luego decidir cuan probable es la ocurrencia de un evento y así vamos, sin darnos cuenta contando y enseguida juzgando, decidiendo, aceptando y rechazando, queriendo y despreciando, odiando y adorando y así se nos va la vida mirando hacia afuera, observando a los otros, contando y decidiendo... hasta que se nos acaban los minutos y es probable que en el último minuto, cuando todos los recuerdos se agolpen y repasemos como en un vértigo de trueno la existencia que escogimos nos demos cuenta, quizás iluminados por esa cegadora luz de túnel que esa vida fue vacía e inútil y que la única estadística que siempre tuvo sentido fue simplemente contar los latidos del corazón.


Carlos Alberto

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