sábado, 9 de mayo de 2015

Momentos

Era una tarde no muy helada del mes de mayo, ella sentada frente a mí, me mira por un momento que se alarga y yo la miro y ya sé que algo me dirá… claro, como siempre algo que en algún nivel no me gustará… pero hoy parece más dulce y yo, fingiendo una ausencia que no siento, le pregunto qué pasa… y ella, para mi sorpresa me dice “salgamos… vamos a cenar”… eso fue lindo, salir con ella… compartir como en un romance una mesa de restaurant, sentir por un pequeño intervalo de tiempo esa intimidad romántica que da estar sentado junto a ella en una mesa de restaurant, rodeados por personas incógnitas, gente ausente de nuestras vidas, libres de ser juzgados, libres de esa cuasi intimidad pública… y claro, salimos en busca de locomoción…pequeño traspié… debió haber sido un taxi o mi propio automóvil que no tengo… pero aún así el sentimiento es cálido y me siento bien… El restaurant es precioso… ya no recordaba el ambiente que tiene, especialmente en los días de otoño… la cena es agradable y el helado vino blanco es suave y cristalino y siento que ella está ahí y su mirada me acaricia como cuando era antes, antes de ahora… y claro, tenía que ser yo… el que se siente indicado por el destino…confundiendo la soberbia con la rabia y una estúpida tristeza fuera de lugar… juzgando con pretensiones de grandeza sentimientos y vivencias que no nos pertenecen… y claro… ella me mira y no entiende… porque no hay nada que entender, quizás sorprenderse por lo irracional de todo… y entonces desaparece y sólo me doy cuenta de eso cuando, como despertando de un sueño ya me encuentro solo. Carlos Martinez

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