domingo, 29 de marzo de 2009

Como desaparecer

El primer día ni siquiera me preocupé… estaba apurado y cuando busqué las llaves sobre el velador no las encontré… estaba seguro que unos minutos antes estaban allí y ahora habían desaparecido… respiré profundamente, cerré los ojos y al abrirlos de nuevo… allí estaban, en el centro del velador, la gruesa argolla en forma de ojo que las sostenía me miraba con atención. Me las eché rápidamente en el bolsillo de la chaqueta y olvidé el episodio casi al instante. Desde ese día todos mis objetos personales comenzaron a turnarse para desaparecer: un día eran las llaves, al otro día mi reloj de pulsera y al otro mi arcaico celular. Poco a poco me fui acostumbrando a hacerlas volver con la misma técnica del primer día, sólo que poco a poco su ausencia comenzó a prolongarse y después de la primera semana comenzaron a desaparecer cachivaches más grandes y menos personales… un vaso con bebida, una caja de papel tisúes. Decidí ir al psiquiatra el que después de varias sesiones me comunicó, con una expresión extraña en su cara, que ya no podría seguir tratándome porque según su opinión, yo no tenía nada, probablemente sólo un poco de stress. Al salir de la consulta sentí una antipatía repentina por lo poco profesional de su tratamiento y me devolví a hablar con él, pero cuando abrí la puerta de su oficina… había desaparecido. Me volví y pregunté a su secretaria si el psiquiatra había abandonado la consulta. Ella lo negó y al volver de nuevo la mirada al interior de la habitación había reaparecido… su cara blanca y un temblor en sus manos. Se levantó rápidamente de su escritorio y sin despedirse desapareció por la puerta de salida. Ahora todo este proceso se ha multiplicado y las cosas están desapareciendo más seguido y en patota, a veces estoy en el medio de una multitud y de repente no hay nadie a mi alrededor, afortunadamente todavía no ha desaparecido ni el suelo que piso ni el aire que respiro ni partes de mi anatomía, pero si todo sigue así pronto me habré multiplicado por cero.

Carlos Alberto Martínez Y.

No hay comentarios:

Publicar un comentario