lunes, 30 de marzo de 2009

Destinos

La angustia es sorda y lo hace caminar sin rumbo, como a través de un túnel y es justamente lo que ahora atraviesa Jorge, ese túnel pedregoso del Cerro Polanco cavado en la dureza de la montaña con paredes musgosas y húmedas y que sólo unas cuantas ampolletas mezquinamente distribuidas a lo largo de sus doscientos metros precariamente espantan la profunda oscuridad de su interior. Sus pasos son lentos, pesados y de alguna manera tan profundamente tristes como la oscuridad del túnel y es irónico que al final del túnel Jorge se detenga frente a esa pequeña fuente y lance unas monedas a esas pálidas y rumorosa aguas, pidiendo un deseo, que en su corazón sabe, ya sin ninguna duda, que no se va a cumplir. El ascensorista lo mira sin emoción y Jorge, solitario al lado de la fuente lentamente entra a ese cubículo que abriéndose paso entre la granítica roca lo lleva a la superficie del cerro, a la negra noche que ya es parte de su vida. El atalaya que corona el ascensor es de madera y tiene un mirador panorámico desde donde Jorge contempla las luces titilantes de la ciudad. Valparaíso se desnuda ante su mirada y las luces de faroles y luceros se refractan dolorosamente en la humedad de sus ojos mostrándole una ciudad deformada y tenebrosa irguiéndose entre luces y sombras, entre odios y amores, entre el cielo, los cerros y ese ahora negro océano Pacífico.Ella no sabe donde está Jorge y ya no le importa... ella es su esposa... un día la vi en Arica, mejor dicho, ella nos vio y sentí que su alegría fue genuina y nos invitó a su casa... allí conocí a Jorge... parecían felices... tenían una bebita. esa tarde ella nos contó que venía llegando del extranjero... que había estado dos meses fuera de Chile... y luego mirando a su esposo y cómo arrepintiéndose de lo que nos había contado no siguió dando más detalles... tampoco nosotros preguntamos. Mucho después supimos que había vuelto a irse y como la vez anterior... sola... pero esta vez casi para siempre... digo casi porque después de un año volvió una vez más y se llevó a su hijita.

Carlos Alberto

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