domingo, 29 de marzo de 2009

Valerie

En un lugar muy, pero muy remoto, perdido en lo más espeso de un misterioso y encantado bosque en el Reino de las Fantasías y los Sueños, vivía una encantadora niña de sonrisa tierna y deliciosa que fue traída al mundo, como bien es sabido, por el milagro de una bella historia de amor. Era la menor de tres hermanos y vivía en una casita en lo alto de una colina escondida en lo más profundo y frondoso de un bosque encantado. Era una niña linda y cariñosa; para ella cada día era el inicio de una nueva aventura, una oportunidad para ser feliz. Recorría infatigable, junto a sus hermanos y amigos aquellos queridos lugares: el patio de su casa que la vio nacer, la fresca laguna de tranquilas aguas y el sombrío bosque que cobijó su incipiente melancolía. Cuando se sentía muy sola se refugiaba a su lugar favorito: el mirador panorámico de su casa, desde donde contemplaba, a través de sus preciosos ojos verdes, embellecidos por el rocío de inexplicables lágrimas, la tranquila y apacible belleza de ese país de fantasía.Aquellas verdes praderas fueron testigos de sus juegos y amores inocentes y cuando llegó el día en que su hermano se fue de casa, su mundo dejó de ser el Eterno Paraíso de dulces sueños y cariños sin fin. Se volvió inseguro y confuso. Despertó a una realidad concreta que la desesperó. Supo lo que es el abandono y la soledad. Su hermana mayor se mantuvo a su lado, pero no siempre estaba presente para confortarla y darle aquel beso que tanto necesitamos para gozar de tranquilidad y equilibrio. Así creció, tratando de enfrentar sus miedos y continuar viviendo dentro de su mundo de fantasía, pero cuando llegó el momento de compartir ese mundo con otros seres de su edad, de sentir otros cariños, de vivir a plenitud su incipiente adolescencia, no encontró a nadie con quien hablar verdaderamente y no supo que hacer. Nadie puede saber lo que pasó en su interior, pero un día cualquiera su pequeño e idílico universo se quebró sin que ningún amigo de verdad se mantuviera a su lado para ayudarla a recoger los pedazos. Su pequeño universo se hizo aún más confuso cuando su hermana les dijo a sus padres:—“Ya no soporto esta espera. No creo que mi hermano vuelva con tanta fortuna para que alcance para todos. Yo también quiero recorrer el mundo, casarme con un príncipe y ser eternamente feliz; creo que debo partir y buscar mi propia fortuna”. Todos, especialmente Valerie, pensaron que sólo eran palabras...pero sin embargo un día, muy temprano o quizás muy tarde su hermana ya no estaba y nuevamente las nubes descendieron y se posaron sobre la casita de la colina. Nadie entendió mucho de nada y sólo después de un largo tiempo Valerie y sus padres pudieron enfrentar su nueva realidad.Así nuestra heroína se quedó sola, sin sus queridos hermanos, en su casa de la colina esperando cada día que la fortuna le trajese la dicha que siempre había soñado, ya que como el lector habrá observado, Valerie era una de esas almas soñadoras, inquietas y románticas de las que hoy, por fortuna o por desgracia, quedan o sobreviven muy pocas.Así pasaron los días, engullidos por un tráfago de vivencias confusas y agotadoras. Un día Valerie, acurrucada muy cerca de sus padres y con lágrimas que empañaban las preciosas esmeraldas de sus ojos, les dijo, con voz entrecortada por la emoción: —“Creo, padres queridos, que mis hermanos han encontrado dicha y fortuna en tierras lejanas y siento que su felicidad les impide, por ahora, el retorno a casa . Yo también deseo ir a conquistar el mundo, matar dragones, salvar príncipes y vivir eternamente feliz”. Sus padres se entristecieron mucho: su princesita de cabellos de oro era todo lo que les quedaba y la amaban tiernamente. Habrían querido retenerla por siempre a su lado, escuchar su cristalina risa y verla revoloteando como una mariposa inquieta por toda la casita de la colina; pero... también veían, cuando caía la tarde y comenzaban a encenderse las fogatas de la aldea y a titilar las estrellas del firmamento, como su pequeña princesita, ese ángel querido perdía su alegría y se llenaba de melancolía.Así un día, muy de madrugada, sus padres la despertaron. El día rompía en mil colores que al filtrarse a través de los grandes ventanales de su dormitorio se reflejaban en su dorados cabellos dando al ambiente un sentido de impresionante solemnidad.—“Amada hija” —le dijo entonces el padre—“a pesar de que te queremos con todo nuestro corazón, sabemos que no podemos retenerte con nosotros,...ve pues a conquistar el mundo... a salvar príncipes y hacer fortuna. Quiera Dios que seas feliz y la Providencia sea tu amiga. Lo único que pedimos de ti es que seas justa en tu vivir, noble en tus sentimientos y leal a tus principios”—Diciendo esto su padre le entregó un espejito envuelto en satín negro y le dijo muy gravemente ---“Hija, cuando estés en peligro y necesites de alguien que te ayude, usa la magia que se esconde detrás del espejo...úsala sabiamente”—Después, llevándola a las plantas inferiores y habiendo llegado a un gran establo repleto de briosos alazanes, le dijo—“También necesitarás un corcel que te pueda llevar más allá de aquellas colinas verdes...mira, este es tu corcel...desde ahora será tuyo...su nombre es Escarabajo, te llevará a donde tu quieras...será la única compañía que tendrás de ahora en adelante, cuídalo y será tu amigo para siempre... Adiós hija y que la suerte te acompañe por siempre y por donde quiera que te lleve el destino”—Diciendo estas últimas palabras le entregó las bridas de Escarabajo y abrazándola tiernamente le dijo al oído “hija, quizás yo ya no esté cuando vuelvas, pero quiero que recuerdes que siempre estaré a tu lado”. Diciéndole esto, su padre se alejó caminando cansinamente. Valerie, entusiasmada con su flamante corcel no se percató de la súbita humedad que había dulcificado por un instante los severos ojos de su padre. Su madre abrazándola fuertemente y con palabras entrecortadas por un rebelde llanto, le dijo: —“Hija, cuando te sientas sola y necesites que tus deseos se conviertan en realidad, usa la magia de este talismán” —Diciéndole esto, su madre le entregó un especie de rectángulo hecho de un material totalmente desconocido para ella. El talismán estaba grabado con arcanos jeroglíficos, extraños dibujos y misteriosas palabras. Al contacto con el talismán Valerie se sobresaltó, sintió el poder absoluto que se ocultaba bajo su extraño aspecto y se estremeció. Su madre la contempló con una tierna mirada humedecida por sus lágrimas y continuó: —“también debes usarla con mucha sabiduría...recuerda que hay deseos que a veces deseamos no haber tenido. El talismán puede ser usado tres veces y después su poder se agota. Sólo puede ser usado nuevamente cuando se complete el ciclo de la luna llena” —Diciendo esto su madre posó sobre la frente de Valerie un tierno beso y siguió el sendero que antes había recorrido su padre. Así Valerie se quedó sola ante el mundo, con su corcel, su espejito mágico y su talismán.Partió muy de madrugada en busca de su destino —seguiré al sol —se dijo a si misma —el sol no me puede defraudar..., siempre ha sido mi amigo y estoy segura que lo seguirá siendo. Tomó de esa manera rumbo hacia el lejano y misterioso Oeste. Cabalgó y cabalgó; los días y las noches la vieron cruzar ríos y montañas; no tenía dudas ni miedos; contaba con su valor, su corcel y sus regalos mágicos.Después de mucho cabalgar siguiendo al sol, Valerie divisó finalmente, desde una gran colina una ciudad desconocida, a orillas de un brillante y apacible océano. Llegó a la cima de la colina justamente cuando el sol, ese mismo sol que la había llevado tan lejos de su hogar, comenzaba a hundirse lentamente en el océano. Valerie contempló la hermosa puesta de sol y en su corazón supo que había llegado a su destino. Estuvo contemplando el mar y las encendidas nubes del horizonte, hasta que llegó la noche; entonces, quizás bajo el influjo de las sombras y el silencio, o quizás porque las aguas se volvieron oscuras y rumorosas, sintió el miedo a lo desconocido, a esa ciudad ahora en penumbras y silenciosa; a esa gente anónima y distante. Por un instante deseó estar en su cama, en su propia casa, acurrucada mirando el cielo estrellado de su cuarto infantil. Pero Valerie era valiente; su corazón latió más aprisa y apretando las espuelas contra los ijares de su alazán se dijo a si misma:—“¡No! Triunfaré a pesar de todo, a pesar de mi soledad y lejanía, a pesar de la oscuridad y el temor, a pesar de mi inseguridad y mis miedos. Triunfaré y mi triunfo será el orgulloso tesoro que guardaré por siempre en mi corazón” —Diciendo esto, soltó las riendas de su alazán, el cual al sentir la firme voluntad de su ama, se lanzó al galope colina abajo, sus poderosos cascos retumbando en el silencio de la noche en dirección del mar. El galope cesó únicamente cuando Escarabajo se detuvo, sin aliento sobre las húmedas arenas de la playa.Esa noche Valerie durmió a orillas del mar, adormecida por la brisa marina, bajo un cielo oscuro, sin luna, pero poblado por un millón de estrellas temblorosas. Esa noche duró una eternidad y sueños de exquisita ternura vinieron a visitarla, ensueños como los que envisionó Bécquer...ensueños díafanos, risueños, visiones que imitar no osó el pincel ... sabemos, por su tranquila y hermosa sonrisa lo que duraron esos sueños... pero cuando el frío de la madrugada la hizo retornar a la vida terrenal, Valerie comprendió que debia dejar de soñar y ... que debía comenzar una nueva vida...
Carlos Alberto

No hay comentarios:

Publicar un comentario